HISTORIA POLÍTICA

Responsable de la sección: Daniel Alonso

martes, 14 de octubre de 2008

Westfalia y la creación del Estado

DANIEL ALONSO

“Habrá una paz cristiana y universal y una amistad sincera, auténtica y perpetua entre todos y cada uno. Que esta paz y amistad sea observada y cultivada con tal sinceridad y celo, que cada parte se esforzará en procurar el beneficio, honor y ventaja del otro.” Con estas evocadoras palabras se abría el Tratado de Westfalia, un documento firmado en 1648 que consiguió poner fin a la Guerra de los Treinta Años en Alemania y la Guerra de los ochenta años entre España y los Países Bajos.


Desde el punto de vista de la historia política este tratado supone un antes y un después en las relaciones internacionales entre los Estados. En Westfalia, los reyes consiguieron emanciparse del poder eclesiástico y desde entonces no hubo otro poder superior al del monarca. Este es, pues, es el punto de partida del absolutismo: el poder absoluto de los reyes que no terminó hasta la época de las revoluciones liberales.
Pero Westfalia también es el nacimiento del Estado-Nación moderno y supone la culminación de la modernidad, iniciada entre los siglos XV y XVII. Desde entonces, el Estado moderno se define como una organización territorial y centralizada del poder político supremo. Tiene a su cargo los aparatos de la administración pública, el ejército y la burocracia. La principal novedad respecto a la antigüedad es que el Estado moderno ya cuenta con la solidaridad de la comunidad gobernada, mediante la expresión magnífica de la voluntad general: el voto. Todo un logro que ha llevado siglos implantar –y que en el caso de España solo tiene treinta años-.

Para terminar, la importancia de Westfalia fue que intentó diseñar un sistema colectivo para limitar el recurso internacional de la fuerza armada. En una época en la que la espada y la adarga eran los principales instrumentos diplomáticos para resolver conflictos, la simple enunciación de este principio ya suponía un avance. Obvia decir que este intento ingenuo de imponer la paz mundial fracasó. No obstante, fue la primera oportunidad que se le dio a la paz.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde la firma de la Paz de Westfalia se aceptan tres principios básicos:
Soberanía territorial.
No injerencia en asuntos internos.
El trato de igualdad entre los Estados.
Estos principios fueron ratificados una y otra vez por los diversos tratados y están entre las normas “civilizadas” de las relaciones internacionales.
Pero, ¿hasta que punto son válidos en nuestros días? ¿Debemos permanecer impasibles ante bombardeos, limpiezas étnicas, matanzas de inocentes….o deberíamos considerar las injerencias por razones humanitarias o por razones de seguridad mundial ¿ ¿Quién establece los límites?

Anónimo dijo...

Los principios son válidos, aunque es cierto que los abusos siguen existiendo. Todavía tiene que construirse una gobernanza global sólida, capaz de ejercer un control efectivo sobre los Estados -cuando estos incumplen los derechos humanos- y capaz también de hacerlo sin injerencias en la soberanía nacional.

Gracias por comentar.

Anónimo dijo...

Pues ya me dirás cómo se puede controlar un estado que incumpla los derechos humanos sin injerir en su soberanía nacional.

Anónimo dijo...

Quizás creando una opinión pública global lo suficientemente fuerte como para condicionar las acciones gubernamentales de cada Estado.

Gracias por comentar.

Anónimo dijo...

INSISTO
Recordemos el caso de España cuando comenzó la guerra de Irak. Medio país movilizado (por lo menos) en contra de la guerra. Aznar se pasó la opinión pública por ......